Quizás lo que más me gusta de estas cartas quincenales es la libertad editorial de sacar de la mesa el tema del que tenía planeado escribir y soltarme a contarles lo que hoy se me vino más en gana.
Vivir del arte, efectivamente, no es fácil.
Quiero empezar por ahí.
Es inestable, involucra sacrificios, crearte tus propias oportunidades, salir de tu zona de confort constantemente y rebuscártelas de montones de maneras.
Me lo dijeron una y otra vez y hoy, lo certifico.
Lo que tampoco ha de ser fácil, sin embargo, es el camino contrario: La escalera corporativa, la carrera profesional, el trabajo de oficina… ustedes me entienden.
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Desde que empezó este año y hasta al menos lo que queda de este mes he estado enfocada, sin querer queriendo, en hacer de mis pasiones mis únicos medios de ganar dinero.
Aunque no lo planeé así, digamos que el universo me lo lanzó encima.
Hace 8 años que trabajo independiente y 7 en los que vivo de mi escritura. En esos siete años he estado, de una manera u otra, apuntando hacia el momento en el que pueda borrar mi LinkedIn, dejar atrás los trabajos relacionados con marketing digital y enfocarme únicamente en escribir de aquello que me apasiona.
Este año, aunque no lo planeé así, el universo conspiró a mi favor y sacó de la mesa todos los clientes fijos que tenía para dejarme con el tiempo necesario para escribir esta newsletter, terminar Voy Conmigo: El Manual de la Mochilera Latina y crear mi propia tienda online donde vender mis ebooks, talleres y más servicios.
Quisiera estar escribiendo esto con suma alegría y nada más que eso - que ojo, claro que la tengo porque WOW! ¿Sueño hecho realidad o qué? - pero como el universo obra de maneras misteriosas, también ocurrió que me quedé sin un ingreso fijo.
Así que estos meses, por primera vez en la vida, estoy viviendo de ser Dj.
Ok, cool, interesante, lo sé.
Si no fuera porque vivo en un pueblo en Colombia donde, si bien las oportunidades para ser Dj abundan, no son precisamente las mejores pagadas. Pero bueno, vamos, que en esta vida de freelance y artista independiente, una ya sabe que este tipo de ocurrencias es parte de la ruleta.
¿Y a qué voy con todo esto?
Pues al enunciado inicial, que vivir del arte no es fácil ni es para cualquiera, mas sigue siendo lo suficientemente satisfactorio como para seguir firme en mi propósito de no volver a trabajar en una oficina jamás en mi vida - a no ser que sea la de mi casa o mi propio negocio, claro.
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A veces, simplemente, hay que creer que es posible.
Las metas, por definición, son alcanzables: Unx se plantea una serie de pasos a seguir los cuales debe ir completando en una cantidad de tiempo determinado hasta llegar a la meta. Tiene sentido.
Los sueños, sin embargo, se diferencian de las metas en el sentido que muchas veces se salen de lo que consideramos “racional”. Un sueño es algo que, por definición, puede verse incluso imposible de alcanzar.
Por eso, para alcanzar los sueños no hace solo falta un plan, sino la absoluta confianza en que sea como sea, fuera de todos los límites de la razón si es necesario, habrá de ser posible.
Mi sueño es vivir de lo que amo. Que trabajar no sea una tarea sino un disfrute y un servicio, hacia mí misma, hacia el mundo en el que vivo y los seres que me rodean.
En estos tiempos en los que vivimos, algo así ciertamente parece un imposible. Mas a mí no me queda ninguna otra opción en esta vida que creer que se puede.
¿Por qué? Porque no me adapto al horario de oficina, me da claustrofobia estar en un cubículo 8 horas y más al día, me da ansiedad vivir en la ciudad y depresión el pensar que no existe otra opción más que trabajar, trabajar y esperar a la edad de jubilación para empezar a vivir.
No entiendo las jerarquías dentro del mundo corporativo ni me interesa tampoco hacerlo. Me parece absurda la idea de tener que ganar dinero el resto de mi vida para poder acceder a comida, refugio y vestimenta cuando durante miles de miles de años mis ancestros no tuvieron que preocuparse por tal cosa y bueno, podría seguir en ello.
Así como toca hacerse trabajos mentales para vencer la resistencia, los bloqueos y todas esas cosas a las que nos enfrentamos en el día a día de la vida creativa, también estoy descubriendo que hace falta un auto lavado cerebral para creer que es posible vivir de lo que una ama.
Sí, que las afirmaciones no van a hacer mucho para romper brechas estructurales y cambiar el mundo horrorosamente desigual en el que vivimos, pero al menos pensar positivo algo hará para sobrellevar la ansiedad y la depresión a las cuales parece condenarnos el sistema.
Así que vamos, les comparto el dato.
Eres clase media, ¿o pobre con internet?
La pregunta definitivamente está hecha para llamar tu atención, pero nos lleva a un punto bien interesante.
¿Quiénes son en realidad clase media? Según el Banco Mundial todas aquellas personas ganando entre 260$ y 1400$ al mes entrarían en el bloque de la clase media. Según el índice de Desarrollo de la organización Evalúa CDMX, para considerarte clase media deberías de tener ingresos suficientes para satisfacer necesidades en educación, salud, servicios sanitarios, drenaje, teléfono, seguridad social, electricidad, combustible, bienes durables básicos y todo eso sin trabajar más de 48 horas a la semana.
Y ya que hablamos del poder de las creencias, por más que algunxs le quieran llamar seudociencia o qué sé yo, la realidad es que la visualización funciona, y lo dice incluso la ciencia.
Este estudio de 2004 encontró que imaginar el movimiento de ciertas partes del cuerpo prácticamente entrena esos músculos tanto como lo hace el verdadero movimiento, mientras que este documento en particular señala múltiples estudios en los cuales el rendimiento de deportistas varios aumenta gracias la visualización.
¿Y qué es en sí la visualización? Pues formarte una imagen en la cabeza, nada más. Si eres capaz de imaginarlo, y a esa imaginación puedes ponerle acciones concretas, lo más probable es que seas capaz de hacerlo real.
Elijo creer que es posible, porque lo contrario me parece imposible.
En el camino, he probado los vision boards, o tableros de visualización, en los cuales comienzas con una hoja de papel o una cartelera.
Aquí, puedes elegir un tema en específico que te resuene (un proyecto, una meta, un área de tu vida en la que quisieras mejorar o un sueño a alcanzar), o la divides en varias partes para abarcar distintas visualizaciones (salud, relaciones, hobbies, nutrición, camino profesional, etc.).
Una vez hecho esto, haz un collage de imágenes que respondan a la pregunta “¿Cómo deseo que se vea mi vida de aquí a tres años?” ¿Por qué tres años? Pues la verdad puedes poner el tiempo que quieras, pero tres años es un espacio de tiempo suficientemente amplio como para lograr bastantes cosas - aunque a menudo lo subestimemos.
Ojo, que esto también lo puedes hacer en Pinterest si prefieres. Mira uno que hice respecto a mi carrera como escritora de viajes:
Lo ideal, sin embargo, es que veas este tablero cada día, lo suficiente como para interiorizar todo lo que hay en él y, precisamente, visualizar, envisionar y, a través de ello, manifestar.
Ya he hablado sobre el poder las visualizaciones antes y por eso, te refiero a este post.
¿Aún estás dudando? Pues si no te sirven los estudios científicos te muestro una entrada de mi diario hace 8 años, cuando renuncié a mi último trabajo de oficina con la certeza total de que, pasara lo que pasara, iba a hacer todo lo posible para evitar volver a ese mundo.
(las marcas de check las puse yo misma esta mañana leyendo esa entrada porque mira, aquí estoy, 8 años después haciendo todo eso y unas cuantas cosas más que nunca me imaginé que haría).
¿Te gustó este post? ¿Lo odiaste? ¿Qué opinas de eso de creer que es posible? Déjame un comentario.