Vivir una vida creativa
Hola a ti, que lees esta carta.
Quiero comenzar esta entrada dándote las gracias por tomarte el tiempo de ello y preguntándote:
Puedes darme cualquier respuesta y seguro que será la correcta, pero antes que lo hagas, me gustaría que te detuvieras a realmente pensarlo:
¿Es un impulso? ¿Una herramienta? ¿Un talento? ¿Una fuerza divina?
¿o qué?
… Piensa en los exámenes cuando te piden que elabores tu respuesta y cuéntame ¿Para ti, a qué se aplica la creatividad? ¿Está ella limitada a una obra de arte o un diseño o puede agregarse también a la manera en la que te cepillas los dientes?
Me doy cuenta que en realidad, te pregunto a ti a la vez que consulto conmigo misma, pero para eso estamos aquí ¿No?
Al querer responderme no puedo evitar pensar en una Mavi preadolescente deseando, ante la hoja llena de tachones, tener dentro de sí una fuente inagotable de creatividad.
Por aquel entonces la frustración de no ser una novelista prodigio de 13 años me hacía sentir que algo tenía que estar mal conmigo. Si mi mejor amiga, Samantha, podía sacar dibujo tras dibujo y manualidad espectacular tras la otra como si no fuera más difícil de lo que para mí era sacar la tarea para Castellano o Biología, ¿Por qué me costaba tanto terminar un cuento o una novela?
Ahora que conozco un poco más de cómo funciona el proceso creativo entiendo que el asunto no era falta de creatividad, sino compromiso, o quizás incluso motivación y tiempo para completar mi gran obra maestra.
Creatividad había.
Estaba ahí mientras redactaba la composición para entregar el lunes en clase de inglés, en la ropa que elegía para ir al Mall el fin de semana y en cada clase de ballet o sesión de lipsynch y coreografía improvisada frente al espejo.
Dado que me llevaron a creer que la creatividad estaba limitada al terreno de lo excéntrico o apoteósicamente talentoso, estos pequeños actos eran fáciles de ignorar. En una sociedad que nos premia por encajar y seguir instrucciones sin demasiadas preguntas al respecto, seguro es más fácil poner a la creatividad como algo distante y ajeno al común.
En una carta anterior ya lo revisé bastante, pero sé hoy día que, como seres vivxs, somos por naturaleza seres creativxs.
Así como las plantas necesitaron su propio tipo de creatividad para reproducirse sin moverse, es tonto descartar que tengamos la creatividad instalada desde nacimiento.
O al menos eso pienso.
***
Es cierto, aún así, que algunxs estamos más en contacto con la creatividad que otrxs. Seguro ya lo he dicho antes, pero me sirve pensar en ella como un músculo que se ejercita más o menos, en distintas etapas y momentos, de diferentes maneras.
Dicen que las crisis nos vuelven creativos.
Se supone que los ñoquis aparecieron cuando los señores feudales en Italia le subieron el precio al trigo, por lo que tocó rendirlo con puré de papa para hacer la pasta y las hallacas, plato insigne venezolano, se las inventaron lxs esclavxs de las plantaciones con las sobras de la cena navideña de los amos.
Uso estos ejemplos porque me parecen dos cosas plenamente cotidianas como para entender que, efectivamente, cualquiera, hasta en las condiciones más duras de la pobreza y el hambre tiene el potencial para ponerse creativx y arreglárselas.
Si bien es cierto que no todxs podemos ser artistas, confío plenamente en la posibilidad de vivir una vida creativa que no esté limitada por el tiempo que le inviertas, o no, a un producto creativo.
Así como una persona de negocios se vale de ella para conseguir mejores resultados en su empresa, también puede hacerlo (o no) el artista en su estudio.
No se trata del producto, pues para acceder a la creatividad lo más importante es tomarse el tiempo de abrir la puerta: A la curiosidad, al equivocarse, al probar de nuevo y confiar en la transformación inherente al proceso.
Vivir una vida creativa implica darse el espacio para ello. Elegir ver a través del lente de la posibilidad, más que de la conclusión y confiar en que sí, en efecto se puede.
Quizás es fácil para mí escribir estas líneas tras suficientes años utilizando mi propia creatividad para construir una vida que disfrute vivir. Cosa que para ti puede perfectamente significar algo totalmente distinto a lo que significa para mí.
El caso es, simplemente, atreverse a salir de la comodidad de lo establecido.
Aceptémoslo, en el día a día de nosotrxs lxs comunes y corrientes la creatividad, cuando no es descartada por completo, suele estar limitada a los designios de lxs empleadorxs o los retos de la vida diaria.
Aunque no todxs la veamos tan fácil para salir de esos ciclos, sí creo que está en cada unx de nosotrxs la habilidad de conectar con sí mismos, abordando nuestros deseos y necesidades desde la confianza y la aceptación.
Eso, es el paso número uno para vivir una vida creativa - y nada tiene que ver con las cuentas que necesitemos (o no) pagar para seguir viviendo.
¿Te acuerdas de ser niñx y tener amigxs imaginarixs o inventar 20 juegos distintos a partir de una caja?
Si ahora mismx no te sientes creativx, al menos sabes que en algún momento fuiste creativx.
Así como el narrador de El Principito se aburre de explicarle a lxs adultxs que su dibujo no es un sombrero sino una boa tragándose a un elefante, estudios demuestran que nuestro potencial creativo se reduce a medida que envejecemos.
Aunque el conocimiento estructurado que viene con la madurez nos permite enfrentar el mundo con menos esfuerzo, estudios demuestran que confiar en exceso en este afecta negativamente la creatividad.
Lo bueno es que no todo está perdido, y como esta newsletter se trata de despertar a ese yo creativx que vive en todxs nosotrxs, vengo a contarte que sí hay mucho por hacer al respecto.
Ante todo y para empezar, abrirse a lo diferente.
Cada célula en mi cuerpo necesita estimulación para trabajar al máximo, lo mismo pasa con la creatividad.
Naturalmente, mientras más interesante sea tu día a día, más fluirán las ideas. Algunas maneras de vivir una vida más “interesante” vienen de abrirse a nuevas experiencias como:
Viajar (cerca o lejos, pero cambiar de entorno)
Probar comidas distintas
Tomar un hobbie distinto
Reducir el tiempo ante las pantallas
Aprender un nuevo idioma u oficio
Voluntariar
Generar pequeños cambios en tu rutina, como cambiar la ruta hacia el trabajo, experimentar con nuevas maneras de hacer lo mismo de siempre y, básicamente, cualquier cosa que te saque del piloto automático
Segundo, retarse a encontrar soluciones a problemas que no requieran de una respuesta perfecta.
Este ejercicio lo vengo usando en un proyecto de diario creativo que estamos preparando con el brazo de obra social de Hey Mamasita!, pero seguro te funciona a ti para salir de la rigidez en la que no nos damos cuenta que caemos.
Abre la mente, calla al censor interno y piensa: ¿Cómo harías para volver toda una ciudad de color amarillo? o Si tuvieras que armarle una fiesta sorpresa a tu mayor ídolx ¿Cómo sería esta?
¿De qué forma podrías hacer volar a un gato?
¿Qué harías para evitar que Jeff Bezos siga yéndose de paseo al espacio y matándonos a todxs con sus emisiones de carbono?
Sí sé, son preguntas totalmente aleatorias pero he ahí la idea… Que te des el tiempo para pensar en respuestas igual de aleatorias y *ejem, ejem* creativas. No se trata de la idea final, sino del proceso mental por el que tienes que pasar para llegar a ella.
Por favor, NO TE CENSURES, solo inventa.
Alimenta el pozo de la creatividad levantándote del escritorio para ir a dar una caminata en la naturaleza, darle nueva vida a cualquier chéchere viejo que esté dando vueltas por tu casa, ver una exposición de un artista o técnica hasta entonces desconocida o armar un rompecabezas.
Y por último, busca cada día y sin falta, aunque sea un poco de tiempo para conectar contigo mismx.
Ya sea a través de la meditación o la jardinería, andar en bicicleta, prender una vela, hacer un ritual o simplemente sentarte en silencio en el balcón a ver los carros pasar…
El abrir esa pequeña puerta para asomarnos en nuestro interior es la clave para acceder a la confianza necesaria para crear.
Generar estos momentos nos ayuda a descubrir qué es lo que en realidad queremos, quiénes somos y qué necesitamos. Si no nos damos el tiempo de escucharnos, queda muy difícil acceder a la gaveta desde la cual nuestra creatividad fluye libre y sin vergüenza.
Esta newsletter se encuentra en construcción, así que si has llegado hasta aquí quiero darte las gracias y a la vez, pedirte un favor: Responde de vuelta y cuéntame ¿Qué te pareció? ¿Qué te hizo click? ¿Hubo algo que no te gustó? ¿Algo que sientes que haya faltado?
Tus comentarios me ayudan a seguir refinándolo.